La reproducción industrial de la
fisonomía quedaba, por primera vez, al alcance de todas las fortunas. Otra vez
De Campo: «Por solo unos reales» –escribió– «“salen” el perro consentido, el
loro enjaulado ¡y hasta un niño muerto vestido de San José!».
La irrupción de
la cámara Kodacolor, entre los años cincuenta y sesenta, selló el destino del
Photo Studio como bastión de la fotografía oficial (pasaportes, cartillas,
títulos, certificados) y oficina de registro de acontecimientos únicos (bodas,
bautizos, xv Años). Como todo lo
que desplazan las «nuevas tecnologías», los viejos estudios se volvieron
vestigios del mundo del pasado. En las salas y los pasillos de las casas
mexicanas, dejaron, sin embargo, memorias y genealogías. Álbumes familiares:
«emanaciones de lo ausente».
«¡Pajarito, pajarito!».
Hay una voz que se ha llevado el
viento.
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