revista nexos
martes, 22 de marzo de 2016
Tranströmer, más de lo que ves-
El cronista que reinventa a la ciudad-
La
ciudad que nos inventa es el libro de crónicas urbanas más ambicioso
y coherente que se haya escrito en las últimas décadas, con un intenso trabajo
de investigación tras de sí, pero también con una jubilosa afición que se
expresa en la elegante sencillez y afabilidad del estilo. La disposición
cronológica ofrece un fresco histórico que orienta en una biografía urbana tan
azarosa como apasionante: se trata del relato de las ciudades superpuestas que
conforman la urbe moderna, y en las que se mezclan estructuras y materiales que
pertenecen a distintos siglos.
Villoro y la tiranía de los modernos-
La modernidad somete al mundo y lo convierte en artefacto, dice Villoro.
Es el lenguaje de la poesía lo que puede restituir el significado intrínseco de
las cosas, dice Villoro invocando “la otra voz” que entona Octavio Paz. El
árbol no es el ingrediente de la mesa, requisito para la fabricación de una
silla. El árbol habla. Los pájaros también:
Cantan los pájaros, cantan
Sin saber lo que cantan:
Todo
su entendimiento es su garganta
el fantasma del correo-
En las primeras décadas del siglo xx, Salvador Novo anunció que el
teléfono militaba victoriosamente contra el género epistolar, sostuvo que la
Larga Distancia atentaba contra la duradera belleza testimonial que poseía una
carta. El «¿Con quién hablo?» remplazaba al «Estimado señor».
Novo murió en el año 74. En una época
en la que el iPhone milita victoriosamente, los armatostes telefónicos que a él
le preocuparon son piezas de museo, el Edificio de Correos está completamente
vacío, y de todo aquello sólo quedan recuerdos.
Asciendo como un fantasma por la escalinata
solitaria del palacio postal. No veo a nadie más. Aquí no hay nadie más.
Soy el fantasma del Correo.
-pajarito-pajarito-
La reproducción industrial de la
fisonomía quedaba, por primera vez, al alcance de todas las fortunas. Otra vez
De Campo: «Por solo unos reales» –escribió– «“salen” el perro consentido, el
loro enjaulado ¡y hasta un niño muerto vestido de San José!».
La irrupción de
la cámara Kodacolor, entre los años cincuenta y sesenta, selló el destino del
Photo Studio como bastión de la fotografía oficial (pasaportes, cartillas,
títulos, certificados) y oficina de registro de acontecimientos únicos (bodas,
bautizos, xv Años). Como todo lo
que desplazan las «nuevas tecnologías», los viejos estudios se volvieron
vestigios del mundo del pasado. En las salas y los pasillos de las casas
mexicanas, dejaron, sin embargo, memorias y genealogías. Álbumes familiares:
«emanaciones de lo ausente».
«¡Pajarito, pajarito!».
Hay una voz que se ha llevado el
viento.
el sismo que se llevo la ciudad
en la Ciudad de México ha
temblado desde siempre, pero cada temblor llega como si fuera el primero. A
fines del siglo xvii hubo un
terremoto que según el cronista Antonio de Robles duró tres credos: aquello
debió ser el pandemonium, si se toma en cuenta que rezar el credo lleva
alrededor de un minuto. Y sin embargo, cuando volvió a llegar un movimiento
telúrico de importancia, ya nadie recordaba los efectos del terremoto anterior.
lunes, 7 de marzo de 2016
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